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Un grupo de amigos


La hora del recreo, el momento favorito de los niños de primaria. Al toque de la campana, no es mucho lo que los profesores pueden hacer para impedir la estampida rumbo al patio. Loncheras y pelotas en mano, los niños se lanzan hacia el patio rodeado de árboles a desfogar un poco de energía antes de volver a estudiar.


Del salón de cuarto de primaria salen 5 chicos. Si los miraras por separado no se te ocurriría que son amigos, porque no podrían ser más distintos. A la cabeza va un chico de cabello negro, flaco como palo y ágil como pocos, que baja las escaleras de dos en dos. Responde al nombre de Santiago y apenas puede esperar a lanzarse a jugar, aun cuando su agilidad es lo único que lo salva de rodar por las escaleras.


Pisándole los talones va un chico más corpulento, de cabello castaño y ojos emocionados por la competencia. Es algo más tosco, pero muere por demostrar a su amigo que es tan rápido como el, sino es que más. Se llama Daniel, pero responde a Dan y lleva un balón de futbol bajo el brazo.


Detrás de ellos va un chico de larga melena rubia, que apenas poner un pie fuera del salón, se plantó una gorra de un grupo de rock en la cabeza. No es tan rápido como los otros dos, pero no piensa perderlos de vista, aunque las guitarras de la clase de música llamen mil veces más su atención que el balón que lleva su amigo Dan. Los alcanza en el patio y quita la pelota a Dan en un hábil movimiento, asegurándose de que sus compañeras lo hayan visto. Se llama Beto y se aleja pateando la pelota, mientras los otros dos lo persiguen.


Mientras Santiago, Dan y Beto corren tras su balón, un niño vestido de camisa y chaleco se sienta en una esquina. Se guarda en la bolsa del pantalón los anteojos redondos y da una mordida a su sándwich. Es igual de flaco que Santiago, pero no tiene el menor interés en salir corriendo, en vez de eso, ayuda a su otro amigo a acomodar un tablero de ajedrez para jugar. Se llama Carlos y es el alumno modelo, además de ser un aburrido, en palabras de su mejor amigo Beto.


Por último, un chico flaco y pálido, de cabello castaño claro y ojos grises se sienta frente a Carlos. No se ve saludable, pero si contento, mientras coloca las piezas de ajedrez. Justo antes de empezar la partida, su amigo Santiago se le acerca, cargando una bolsa de papel con su almuerzo y le dice jadeando:


-Javi te cambio la mitad de mi sándwich de jamón por la mitad del tuyo- mientras habla desenvuelve su almuerzo y lo parte por la mitad.


-Va, ¿me das de tu jugo? - responde el aludido partiendo su sándwich de mermelada y señalando la botella que el otro dejo tirada en el patio.


-Trato-


Hecho el intercambio Santiago come su mitad de dos mordidas y vuelve al juego, mientras Javi, toma un trago de cascadita de la botella de su amigo y mueve su primera pieza en el tablero.


Los otros dos chicos pasan junto a la partida en distintos momentos para devorar su almuerzo y seguir jugando, mientras los dos nerds mueven una pieza tras otra. Es la mitad del ciclo escolar, en el patio hace sol, pero el aire aún no se vuelve frio. Pero entre salones y recreos, clases que Javi no puede hacer y tardes en el parque, los cinco chicos se vuelven cada vez más cercanos. Y van necesitarse, porque su optimismo será puesto a prueba muy pronto y deberán comprobar si su amistad es lo suficientemente fuerte como para mantener el espíritu en alto.

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