
Un par de meses más tarde, Shun vagabundeaba por el mercado de Integra. Era un mercado grande, con puestos coloridos y un bullicio constante de comerciantes y clientes. A lo largo de varias calles se extendían cientos de puestos, que ofrecían las más variadas mercancías traídas de las cuatro puntas del reino.
Shun y su pequeño grupo de compañeros se desperdigaron entre los puestos a paso veloz. Con manos ágiles se iban apoderando de una fruta, una pieza de pan o un puñado de nueces; eran rápidos y llevaban todas sus cortas vidas haciendo aquello. Sabían escabullirse entre la gente y no llamar la atención, por lo que, en pocos minutos, tenían los bolsillos de los raídos pantalones llenos de comida.
Sin embargo, el ser un grupo seguía teniendo ventajas, ya que, si alguno era detectado, todos corrían al mismo tiempo en diferentes direcciones, desorientando a los guardias. Por suerte, aquel día nadie fue detectado y pudieron reunirse debajo de su puente con sus logros.
Se sentaron a comer en el suelo, sobre las raídas mantas que por las noches les servían de cama. Eran un grupo variopinto, de unos 6 chicos y chicas de distintas edades. Todos sucios y con ropas viejas, que se mantenían juntos porque así era más sencillo sobrevivir que por su cuenta. Shun, con 15 años, era de los mayores y sabía escabullirse mejor que nadie, por lo que los otros lo respetaban. No obstante, era una unión frágil y las discusiones eran frecuentes.
Cuando terminaron de comer, se desparramaron en las mantas, dispuestos a descansar. Todos salvo Shun, que procuró limpiarse un poco la cara con el agua del río, al tiempo que se alisaba el despeinado cabello negro.
- ¿A dónde vas tú? - le preguntó uno de los muchachos.
- ¿A dónde crees? Pues a ver a su noviecita- replicó otro en tono burlón- ¿no ves que hasta se está arreglando? - añadió mientras simulaba peinarse en enmarañado cabello castaño.
Los otros le rieron el chiste, Shun incluido, que después de dejar su cabello por la paz se dirigió a la salida de la pequeña cueva que se hacia abajo del puente.
-Si ya saben a dónde voy ¿para qué preguntan? - comentó riéndose- al rato- se despidió saliendo.
-Yo no sé para qué se gasta- comentó una chica llena de pecas, lo suficientemente alto como para que Shun la escuchara- una chica que no vive en la calle, nunca se fijará en alguien como nosotros-
Shun escucho el comentario, pero fingió que no lo había hecho. “Alice es diferente” pensó mientras se alejaba rumbo a su casa “a ella no le importa de dónde vengo”. Se veía obligado a repetirse eso con frecuencia, desde la tarde lluviosa en que encontró a la chica más linda que había visto nunca vagando por las calles, evidentemente perdida.
Iba a acercarse para presentarse cuando un muchachito un poco mayor que él, pero con peor fama llamado Vic, le cerró el paso a la chica.
- ¿A dónde tan sola guapa? - preguntó en un tono que pretendía ser seductor, pero que sonó más bien amenazante- nunca te había visto por aquí-
-Ni lo harás otra vez- había replicado la chica sin titubear, para después esquivarlo y seguir su camino a paso rápido.
-O vamos, no seas así ¿no quieres que te acompañe? - insistió el muchacho siguiéndola.
Shun fue tras el dispuesto a detenerlo, pero en el instante en que Vic tomo por el hombro a la chica, esta se giró con un puñal en la mano y se lo clavo en la pierna con un certero movimiento. Vic lanzó un chillido de dolor y se dejó caer en el suelo apretándose la herida.
-O vamos, solo es un corte superficial- dijo la chica mientras limpiaba su puñal en su delantal y volvía a meterlo en su cesta- pero te enseñará a no molestar a la gente-
-Ya la oiste Vic- añadió Shun acercándose con una sonrisa en el rostro, bastante complacido de que alguien hubiera puesto en su lugar a ese necio- anda, piérdete antes de que yo saque el mío- añadió con tono amenazante.
Vic soltó una maldición y se fue corriendo y cojeando, dejando solo a los dos chicos.
-Espero que no quieras que también te muestre mi cuchillo- dijo Alice con cierto recelo.
-Para nada- respondió Shun levantando las manos en señal de rendición- yo tampoco te había visto por aquí y parecía que necesitabas ayuda. Pero veo que eres bastante buena cuidándote sola- añadió con una sonrisa.
La chica se rio y el sintió como el estómago se le llenaba de mariposas; haría cualquier cosa por volver a escuchar esa risa.
-De hecho, estoy perdida- dijo la chica- pensé que una vida recorriendo el campo me haría más orientada, pero esto es un laberinto- añadió con un suspiro de fastidio.
-Pues estás de suerte, porque yo me lo sé casi de memoria- respondió Shun con suficiencia a lo que la chica le dedico una mueca burlona- ¿A dónde desea ir bella dama? - pregunto haciendo un intento bastante torpe de reverencia.
Alice había vuelto a reírse y le había dicho la dirección de casa de su tío, a donde Shun la había acompañado y donde había recibido la invitación de volver cuando lo deseara. Lo había hecho varias veces durante el último mes y aunque al tío de la chica no parecía complacerle demasiado la nueva amistad de su sobrina, Alice siempre lo recibía con gusto y su tierna amistad estaba empezando a dar paso a algo más. Por ella, Shun había comenzado a frecuentar uno de los comedores creados por la difunta reina, en el que Alice apoyaba de vez en cuando.
Llego a buscarla un poco más tarde, con unas flores que arrancó de un arbusto cercano, porque ella le había dejado bien claro que, aunque sabía que necesitaba robar para comer, no aceptaría obsequios robados. Llamo a la puerta y para su mala suerte, le abrió el tío de Alice.
-Buenas tardes señor- saludo educadamente- ¿se encuentra Alice? -
-Hola chico. Si, si está. Supongo que puedes pasar a esperarla- respondió el hombre de mala gana, apartándose para dejarlo entrar. Era algo mayor, con el cabello rojizo volviéndose blanco y una expresión sumamente seria
A Shun su casa se le hacía extraña, llena de libros y con hierbas colgadas de los techos, porque el tío de Alice era curandero. Shun se quedó de pie cerca de la puerta, observando todo con los ojos muy abiertos, mientras el hombre iba a buscar a Alice. Ella salió unos momentos después, con un sencillo vestido lila claro, un delantal blanco y un sombrero de paja decorado con flores en la mano.
- ¡Volveré para la cena tío! - exclamó cerrando la puerta tras de sí.
Una vez que estuvieron en la calle, Shun la abrazo y la hizo girar con las piernas levantadas, mientras la chica reía. Luego se tomaron de la mano y salieron corriendo rumbo a la plaza, donde esa tarde habría músicos. No era común que hubiera fiesta, pero esa semana se celebraba el cumpleaños número 15 del heredero al trono, por lo que había programadas muchas festividades.
Cuando llegaron, vieron como estaban terminado de colocar las guirnaldas de flores y los músicos estaban comenzando a instalarse. También había, rodeando la plaza, algunos puestos con panes dulces, frutas confitadas y algunas otras golosinas, que los niños miraban con ojos soñadores.
-Compremos algo- propuso Alice sacando algunas monedas de su delantal- mi tío me dio algo de dinero para el festival ¡y yo quiero un bollo dulce! -
-Suena genial, y prometo que ahorita no estoy trabajando- dijo Shun sonriendo con fingida inocencia mientras la seguía a los puestos.
Después de comprar sus golosinas fueron a comerlas en un escalón y en el de al lado, Shun pudo ver a dos chicos y una chica sentados, mirando alrededor con recelo, mientras compartían algo de comida. Nunca los había visto por ahí y uno de los chicos llevaba las manos cubiertas por unas vendas sumamente sucias.
-Tenemos que cambiarle esas vendas- dijo Alice a Shun cuando se los señalo discretamente- lo que sea que esté tratando de cubrir se va a infectar y será peor-
Después de dudarlo un poco se acercaron a los chicos y Alice se ofreció a curar las manos del muchacho. Los tres chicos vacilaron, pero la chica termino aceptando, visiblemente preocupada. Mientras Alice curaba las manos del chico, que estaban quemadas, se enteraron de que él se llamaba Abraham y los otros dos Isaak e Isabel. Vivían en el campo, pero habían ido a conseguir materiales para arreglar su casa, que se había incendiado hacia poco.
Shun sentía que tenían más que contar, pero como alguien que tenía sus propios secretos, no iba a presionarlos para que hablaran. Terminaron pasando el resto de la tarde juntos y Shun se descubrió teniendo muchas cosas en común con Abraham; como un sentido de responsabilidad por las personas cercanas a él y un deseo muy profundo de tener una vida diferente.
Esa noche, cuando Shun volvió al puente e intentaba dormir sobre el suelo, se quedó pensando en lo que había hablado con Abraham e Isaak. Él también había soñado con que su vida pudiera ser diferente, pero antes de Alice, no había conocido a nadie más que compartiera ese deseo. Y en realidad, nunca lo había visto como algo más que un sueño hasta que escuchó lo que Abraham tenía que decir.
En las semanas siguientes, Shun se reunió con los muchachos muchas veces, para ayudarles a conseguir las cosas que necesitaban para arreglar su casa. Alice se unía a ellos en las tardes y llevaba merienda para todos, que conseguía en el comedor. En esas platicas se enteraron de que Abraham e Isabel habían perdido a sus padres en el incendio de su casa y el mismo en que Abraham se había quemado las manos.
Isaak tardó un poco más en hablar, pero finalmente les confesó que había desertado del ejército para volver con su prometida: Isabel. Alice le dijo que estaba muy bien que hubiera dejado a los militares, ya que las guerras que peleaban no tenían sentido. Esto sorprendió a los demás, pero todos estuvieron de acuerdo.
Sin embargo, a Alice estaba teniendo problemas en casa por sus opiniones. Ella siempre había deseado ser curandera como sus padres, pero su tío no consideraba correcto que una mujer tuviese una profesión. Esto sumado a que tampoco le agradaban los amigos de Alice, estaba haciendo que tuvieran cada vez más discusiones.
Shun la consolaba como podía, pero no estaba muy seguro de que podía hacer para ayudarla. No obstante, el tío de Alice decidió por ambos. Una tarde, cuando volvía de pasear con Shun, le anuncio que no volvería a reunirse con él, ya que había prometido su mano a un amigo suyo, que acababa de quedar viudo.
Alice intentó oponerse, pero su tío se mantuvo firme: ya estaba en edad casadera y era hora de que se comportara como una mujer decente. Nadie querría casarse con ella si se la pasaba en la calle con vagabundos y el amigo de su tío era un buen hombre, dueño de una taberna, que necesitaba una mujer que cuidara a sus 3 hijas pequeñas y le diera un hijo varón.
Pero no contaba con que Alice no estaba dispuesta a someterse a él ni a nadie. Esa misma noche, en cuanto su tío se hubo acostado, empaco sus pocas pertenencias, bastantes remedios y huyó de su casa para buscar a Shun. Lo encontró un poco después, cerca del puente donde dormía y le contó apresuradamente lo ocurrido.
-No quiero casarme con él Shun, no quiero- terminó abrazándose a su pecho, estaba cansada de correr, pero totalmente decidida a no dejar que alguien más decidiera como sería su vida.
-No tienes que hacerlo si no quieres- respondió Shun apretándola contra su pecho- vayámonos de aquí, Abraham, Isabel e Isaak salieron de la ciudad antes de que oscureciera, si nos apuramos aún podemos alcanzarlos- le propuso mirándola.
- ¿De verdad? ¿Dejarías tu vida aquí, por mí? - preguntó Alice sorprendida.
-Por ti haría mucho más que eso Alice- respondió Shun besando su frente- pero si queremos alcanzarlos debemos irnos ahora-
Alice sonrió, le echó los brazos al cuello y lo besó en los labios. Fue un beso apasionado, lleno de promesas, que dejó a Shun sin palabras. Cuando se separaron Alice volvió a sonreírle y corrieron tomados de la mano hacia las puertas de la ciudad. Llegaron cuando estaban a punto de cerrarlas y salieron corriendo en el último momento, mientras los guardias les gritaban.
Siguieron corriendo por el campo a oscuras, aún tomados de la mano, hasta que distinguieron tres figuras que llevaban una antorcha.
-¡ABRAHAM!- gritó Shun, mientras se detenían un momento a recobrar el aliento- ¡ISAAK! ¡ISABEL! ¡ESPÉRENNOS! –
Los aludidos se detuvieron y en unos momentos los alcanzaron, junto con el carro que habían conseguido para transportar las herramientas.
-¿Qué hacen ustedes aquí?- preguntó Abraham sorprendido, mientras Isabel hacia sitio en el carro a los jadeantes chicos e Isaak controlaba los caballos.
-Mi tío quiere casarme, yo no quiero, así que decidimos venir con ustedes- explicó rápidamente Alice- si no les molesta claro-
-Claro que pueden venir con nosotros- dijo Isabel- bienvenidos-
Esa noche acamparon junto al camino y Abraham finalmente decidió contarles la historia completa. Les habló de su vida en el feudo, del Consejo de Liberación y del fallido intento de tomar el castillo. También de su huida al bosque y como unos soldados habían quemado su casa con sus padres dentro, porque su padre no había tenido oro para darles. Ellos habían estado recolectando comida en el bosque y Abraham se había quemado las manos intentando salvarlos.
Isaak, por su parte, les contó cómo había peleado con el líder de Los Jaguares para darles tiempo de huir del castillo y como este, después de desarmarlo, había decidido enrolarlo en el ejército en lugar de matarlo. Como se había quedado durante el entrenamiento, porque sabía que le sería útil, pero había huido apenas lo terminó, robándose un caballo.
Finalmente, Isabel les contó de como Isaak los había encontrado y como juntos habían decidido que continuarían con lo que el Consejo había empezado, para que nadie tuviera que sufrir lo que ellos. Como se habían renombrado La Resistencia y querían convertir lo que quedaba de la cabaña que habían construido sus padres en su base de operaciones.
Alice y Shun intercambiaron una mirada al terminar de escuchar la historia. Ellos también habían padecido injusticias y estaban seguros de que las cosas tenían que cambiar.
-Bueno- dijo Shun tomando la mano de Alice y mirando a los otros con determinación- pues parece que acaban de conseguirse otros dos miembros-
Comments