Hoy les contaré de un personaje que no pensaba convertirse en revolucionaria, pero terminó siéndolo. Margareth es una chica de 15 años, con el cabello negro y ondulado y los ojos oscuros. Tiene la piel tostada y maltratada por el trabajo duro y es sumamente delgada, a pesar de tener los brazos fuertes.
Nadie sabe nada sus padres, o las circunstancias de su nacimiento, ya que fue abandonada en un hospicio cuando era apenas una bebé. Se criaría en ese mismo hospicio, pasando hambre y frio y aprendiendo que la mejor alternativa para su vida, sería conseguir un puesto de servidumbre en una casa rica. Las mujeres que manejaban el hospicio, se encargaban de las niñas con mano dura y las enseñaban a obedecer de una manera u otra.
De ellas, Margareth aprendió labores domésticas, a cocinas y coser, todo para poder ser una buena sirvienta. Estaba convencida de que ese era el mejor futuro al que podía aspirar, por lo que se esforzaba todos los días en ser mejor. Aunque los castigos la habían hecho acostumbrarse a bajar la cabeza, era determinada. Todo este trabajo duro le sirvió y cuando cumplió los 13 años, pudo entrar al servicio de una casa.
Ahí, conocería al hijo de un herrero, con quién entabló una cercana amistad. Pero conforme crezca, empezará a tener cada vez más problemas y deberá armarse de valor para desafiar lo que siempre le dijeron y labrarse su propio camino.
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