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La Torre de los Jaguares

Actualizado: 9 jul 2020



En el centro de la ciudad Integra había una alta torre de ladrillos oscuros. No tenía ventanas y tenía muchos pisos. Corrían cientos de rumores sobre lo que sucedía tras esas paredes de piedra, pero en realidad solo los Jaguares, dueños de la misma, y el rey, sabían realmente que sucedía en ella. Era un símbolo del poder de la monarquía y durante mucho tiempo había sido el centro de las operaciones militares del reino. Pero desde que Victor Zenon se sentó en el trono, también era el lugar desde el que se perseguía a los opositores al rey y se llevaban a cabo los interrogatorios y las torturas.


Normalmente estaba en calma, pero esa mañana un grupo de jinetes en sucios caballos negros se acercaron al galope, demasiado apurados como para tener consideraciones con los aldeanos que encontraban en su camino. Una vez dentro de ella, el que iba adelante bajo de su caballo y arrojo su casco al suelo con frustración. Era un hombre de unos veintitantos años, con el cabello castaño muy corto y los ojos marrón oscuro. Su nombre era sir Keith, era el líder de los Jaguares y estaba furioso ¿Cómo era posible que un grupo de bandoleros tuviera su propia orden de caballeros y que esta los hubiera puesto en ridículo?


Miró a sus compañeros desmontar, algunos bastante heridos y entonces se dio cuenta de que faltaba alguien.


- ¿Dónde está sir Shod? - pregunto a sus hombres.


-No lo sé, creímos que estaba contigo- respondió Ron dándole su caballo a un mozo.


“Lo que faltaba, pensó Keith, ahora tengo que averiguar dónde está el encargado de la seguridad de la familia real”.


Sin embargo, no tuvo que esperar mucho tiempo para eso, ya que esa misma tarde el cuerpo de sir Shod fue encontrado a las orillas de un rio, atravesado por una flecha. Le habían quitado las joyas que llevaba y todo estaba dispuesto para que pareciera que lo habían atacado bandoleros, que fue la versión que dio a conocer el rey. Pero tanto el monarca como los Jaguares sabían que sir Shod había perdido la vida en el enfrentamiento del bosque.


Victor Zenon estaba furioso después de dar el aviso y cito a sir Keith en la Sala de Consejo para hablar de que medidas tomarían. Cuando el entró en la sala recordó como el ahora rey lo había enviado llamar pocos meses antes de subir al trono.


-¿Deseaba verme alteza?- había preguntado el inseguro.


-Si sir Keith, pase y tome asiento- replico el entonces príncipe desde la silla principal de la sala- lo traje aquí porque mi padre ya está muy anciano y hay cosas que acordar para cuando él nos deje- explico sin inmutarse.


-¿Cómo que cosas alteza?- pregunto sir Keith con cautela, hacía poco había sido nombrado caballero y no quería cometer una imprudencia frente al heredero al trono.


-Puedes ser honesto conmigo, somos muy parecidos- continuo el príncipe- los dos sabemos que mi padre no ha sido un buen rey y que muchas cosas en este reino deben cambiar. De lo que te hablo- hizo una pausa dramática y miro a sir Keith a los ojos- es de convertir Grolia en un imperio, moderno, rico y ordenado. Pero hay muchas cosas que deben cambiar para eso-


Keith se había quedado bastante sorprendido con las palabras del príncipe. Pero, al mismo tiempo, reconocía que tenía mucha razón; no solo en el hecho de que el reino debía cambiar, sino en que eran muy parecidos. Él también tenía grandes aspiraciones, mucho mayores que las de su propio padre y estaba dispuesto a entregarse a la causa de convertir su reino en un imperio.


Hablaron durante horas, de posibles guerras y conquistas, de estrategias para mantener el orden y aumentar la riqueza del reino. Ambos sabían que sería necesario hacer sacrificios, pero lo que tenían pensado lograr los valdría. Keith salió de esa reunión encantado con los planes y cuando Victor Zenon se sentó en el trono, lo convirtió en el líder de Los Jaguares.


El padre de sir Keith deseaba ver a su hijo convertido en general del ejército, pero el sabía que en el puesto que le había dado el rey, tendría mucha más influencia. Poco a poco, se fue ganando al nuevo monarca y se convirtió en su mano derecha. Zenon era un visionario, pero Keith era un estratega y juntos, llevaron a cabo grandes conquistas y acuerdos comerciales.


Lo único que no le gustaba a Keith de Zenon era su reina: Irina. Esa boba se la pasaba gastando dinero en los pobres y ni siquiera, después de casi un año de matrimonio, había sido capaz de darle al rey un hijo. Él había aconsejado al monarca que buscase otra reina, alguien más dócil y manejable, pero el rey estaba empeñando en tener a la única mujer del reino que no moría por ser su esposa y no lo había escuchado.


Pero ahora, sentado una vez más en la Sala del Consejo, sabía que tenían problemas más urgentes que resolver. El rey hizo su entrada y sir Keith se levantó para hacer una profunda reverencia.


-Siéntese Keith, hay mucho que discutir- gruño el rey tomando asiento- ¿Qué sabemos de esos caballeros del bosque? - preguntó.


-De momento muy poco majestad- dijo Keith con precaución- no deben ser más de 10 y es evidente que están bien entrenados. Pero aparte de ayudar a los forajidos del bosque, desconocemos que otras cosas hagan-


-Tienen que investigarlos, encontrarlos y arrestarlos ¡a todos! Es un peligro para nuestro reino y la posibilidad de crear un Imperio que gentuza como la del bosque tenga caballeros- estalló el monarca golpeando la mesa con el puño.


-Por supuesto majestad- respondió Keith- pondré hombres a ello inmediatamente-


-Bien y también tendrás que reorganizarlos, mientras descubres quien está detrás de todo esto quiero redoblar la seguridad en el Palacio- añadió Zenon con un brillo de paranoia en sus ojos- podrían ser extremistas anti-monárquicos-


-Desde luego majestad, déjelo en mis manos- Keith sabía que el rey estaba exagerando, pero no era prudente hacerlo enojar en ese momento.


Hablaron durante casi una hora más, de nuevas guerras que el rey deseaba emprender y como podían aumentar las riquezas del reino. Cuando finalmente el rey le dijo que podía retirarse, sir Keith volvió a la Torre a hablar con sus hombres y despachó a varios a investigar todo lo que pudieran sobre los forajidos del bosque y esos misteriosos caballeros que los ayudaban. A los demás, los envió a Palacio a aumentar las medidas de seguridad.


Era evidente que el rey tenía miedo y, si algo había aprendido Keith en su breve tiempo en el ejército, era que los hombres con poder asustados eran peligrosos. Tal vez se estaba poniendo algo paranoico, pero no creía que fuera grave.


Como Keith suponía, la reina se molestó con el aumento de las medidas de seguridad, pero su marido la mando callar diciendo que eran para protegerla. Además de que ella debería pasar menos tiempo ayudando a los pobres y más organizando eventos en el Palacio y tratando de concebir un heredero para la Corona.


Un par de semanas más tarde, Keith estaba sentado en su despacho revisando cifras de provisiones y soldados para poder emprender la siguiente gran conquista del rey. Le gustaba planear guerras y estaba ideando la forma ideal de cercar a ese reino vecino cuando uno de sus hombres entró precipitadamente.


-Sir Keith, le traigo información importante- exclamó cuadrándose frente a él.


-Espero que sea algo bueno- respondió Keith con un suspiro de fastidio, odiaba que lo interrumpieran cuando planeaba batallas.


-Descubrimos una conexión muy interesante señor- explico el soldado- después de preguntar con detalle a todos los que participaron en la batalla del bosque, llegamos a la conclusión de que los caballeros que nos atacaron llevaban un collar con un rubí al cuello-


-¿Y? Puede que sea su símbolo, pero eso no nos dice nada- replico Keith algo molesto.


-Si nos dice algo señor, puede que incluso nos diga para quien trabajan - añadió el soldado con una sonrisa torcida- ¿sabe quién siempre ayuda a los pobres y también lleva un collar con un rubí? - preguntó haciendo que de pronto todo tuviera sentido en la cabeza de su interlocutor.


-La reina- dijo sir Keith.


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