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Los caballeros de la reina

Foto del escritor: Cecilia CorreaCecilia Correa

Actualizado: 9 jul 2020


Una mañana, meses tras su boda, Irina despertó en sus aposentos. El rey la había dejado tranquila tras la boda y aunque en la corte comenzaban a rumorear sobre la falta de un heredero, ella no tenía prisa de volver a compartir una cama con él. Ya compartían las comidas y cenas, donde también estaban invitados ese detestable grupo de matones llamados Jaguares.


Para el anterior monarca habían sido simplemente guardaespaldas, pero su marido los había convertido en sus perros de presa, enviándolos a hacer cualquier trabajo sucio que requiriera su mandato. Irina les tenía miedo, igual que la mayoría de los ciudadanos, pero había logrado mantener con ellos una relación de fría y cortes indiferencia.


Irina alejo de su mente la cena anterior, donde había discutido con su marido por presupuesto para un hospicio y se dejó vestir por sus damas. Cuando Mary entro en la habitación a ponerle los zapatos, ella sonrió. Esa chica había sido su doncella en casa de sus padres y le habían permitido que la acompañara a Palacio como su dama de compañía.


Desayunaron juntas como todos los días y cuando terminaron salieron a caminar por los jardines de Palacio. Irina se había dedicado a las obras de caridad con tesón, pero el único lujo en el que trabajaba eran esos jardines, que estaban llenos de flores y setos artísticamente cortados. Después de unos momentos de paseo notó que su doncella Mary estaba inusualmente callada.


-¿Sucede algo Mary? No has dicho nada en todo el paseo- pregunto con preocupación.


-Nada majestad, solo estaba distraída- respondió ella rápidamente con una leve reverencia.


-Mary, sabes que puedes hablar conmigo y a ti te sucede algo- insistió Irina- ¿Qué es lo que te preocupa? -


-Es Jeremy majestad- hablo la chica con la voz quebrada- está en un grupo anti monárquico y- hizo una pausa mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas- escuche a su majestad el rey decir que enviarán a los Jaguares a quemar su casa- finalmente la chica no pudo contenerse más y rompió a llorar con el rostro enterrado entre las manos.


Irina la abrazo con fuerza, sabía que Jeremy y Mary tenían una relación, y que su marido no amenazaba con los Jaguares a la ligera. También sabía que esos desalmados tendrían instrucciones de quemar la casa con sus habitantes dentro y que no se detendrían a pesar de los hermanos pequeños de Jeremy.


-No temas Mary- le dijo soltándola levemente para mirarla a los ojos- encontrare la manera de salvar a Jeremy y su familia, te lo prometo- añadió abrazándola de nuevo- ¿pudiste escuchar cuando enviarán a los Jaguares? - preguntó decidida.


-Dijo que irían mañana en la madrugada- respondió la chica tratando de secarse los ojos- intenté advertir a Jeremy, pero no quiso escucharme, dijo que solo eran rumores- añadió con dejo de enojo en su voz.


Esa noche, Irina se escabullo de sus aposentos al jardín secreto, donde Eric ya la estaba esperando. Como siempre que lo veía sintió una cálida sensación en el pecho. Se abrazaron apenas verse y él le planto un delicado beso en los labios. Ella había enviado a un criado de confianza a buscarlo desde la mañana y estaba encantada de que el siempre acudía a sus llamadas.


- ¿Qué puedo hacer por ti flor? - pregunto Eric después de besarla en los labios y las manos.


-Tengo algo que pedirte querido- dijo Irina juntando valor para lo que iba a pedir- los Jaguares van a quemar a una familia en su casa porque su hijo mayor se opone a mi esposo-


-No podemos permitir que eso suceda- la interrumpió Eric con determinación- ¿sabes dónde viven? Si ya se pudo filtrar la información habrá que darnos prisa- era valiente y se había hecho caballero para luchar contra las injusticias. Además de que habría bajado la luna si Irina se lo pidiera.


-Sabía que podía contar contigo- dijo Irina mientras lo abrazaba- Viven en el barrio de los herreros, cerca del pozo de agua, irán en la madrugada, así que debes darte prisa-


-Entonces me despido amada flor, no temas, te enviaré un mensajero en la mañana cuando todo esté resuelto- dijo Eric haciendo una reverencia para proceder a besarla apasionadamente.


-No, encuentrame en la cueva que acordamos, es el momento de empezar- respondió Irina con determinación aún en sus brazos


-Como desees amada mía- respondió Eric besándola una vez más.


Hecho esto salió corriendo del jardín y montó su caballo al galope. Si pretendía salvar a una familia entera de los Jaguares necesitaría ayuda y sabía justamente donde encontrarla. Cabalgo un poco por la ciudad hasta llegar a una pequeña taberna, donde varios amigos suyos solían reunirse. Dejo a su caballo afuera y entró decidido.


Lo recibió un ambiente festivo de hombres que bebían cerveza y cantaban desafinadamente lo que entonaba un trovador, mientras mujeres de amplio escote circulaban de mesa en mesa buscando clientes. En una mesa de la esquina encontró a sus amigos. Uno de ellos estaba sentado en un taburete contando un chiste, se llamaba Will y era un muchacho pelirrojo lleno de pecas, que siempre tenía una broma en los labios. El único que rivalizaba con él en picardías era su amigo de toda la vida, Adam, que tenía el pelo color paja y estaba haciendo gala de su gran habilidad para beber cerveza con pocos efectos.


Entre los dos se sentaban los hermanos Bolton, Frederic y Marcus, el primero mayor que el segundo por un año. Frederic era sumamente fornido y callado, con el cabello castaño oscuro cortado casi a rapa y largas cicatrices de batallas en los brazos. Su hermano tenía el mismo cabello castaño, pero lo llevaba largo y atado en una cola, lo que le acentuaba los rasgos alargados. Definitivamente no podían ser más distintos. Eric saludo al grupo con un gesto y se sentó entre los hermanos con discreción.


- ¿Cómo estas Eric? Hace tiempo que no te dejas ver- saludo Adam bajando su cerveza.


-¿No ves que está muy ocupado con su amorcito? - replico Will con una risita- ya deberías presentarla ¿o es demasiado fina para nosotros? - añadió con sarcasmo.


-Es complicado- replico Eric secamente- pero no vine a hablar de amor, sino a pedir su ayuda-


-Tu dirás- respondió Marcus uniéndose a la conversación. Ya habían ayudado a Eric antes en obras de caridad y supuso que sería algo similar.


Eric explico en voz baja la situación a sus amigos y al instante todos se pusieron serios. Todos se habían hecho caballeros porque creían en la justicia y que el rey estuviera usando a sus guardaespaldas para sembrar terror les parecía repulsivo. Al instante decidieron ayudar a Eric y acordaron ir a vigilar la casa, ya que la única forma de garantizar que la familia estaría a salvo era hacer creer a los Jaguares que su misión había tenido éxito: la casa tenía que arder.


Montaron en sus caballos y no tardaron mucho en dar con la pequeña casa de madera y al ver entrar a un muchacho que casaba con la descripción de Jeremy, se dieron cuenta de que estaban en el lugar correcto. Esperaron largas horas, haciendo turnos para dormir, hasta que en el turno de Frederic dos figuras encapuchadas se acercaron a la casa. A pesar de que llevaban capas negras el reconoció a Ron, uno de los Jaguares.


Ron hizo una seña a su acompañante, que procedió a encender una antorcha mientras el trancaba la puerta con una tabla de madera.


-Despierten, tenemos que entrar ya o no podremos hacerlo- alerto Frederic a los demás que prepararon sus espadas y comenzaron a acercarse a la casa por el lado opuesto al que estaban los Jaguares.


Marcus rompió una de las ventanas con el mango de su espada y los caballeros entraron justo cuando las llamas comenzaban en la pared frontal de la casa. Se encontraron en una estancia pequeña de muebles de madera, y en cuyo fondo se veían dos puertas que seguramente conducían a las habitaciones.


- ¡Fuego, arriba, despierten! - grito Eric mientras abría las puertas y sus compañeros intentaban frenar el avance del fuego con sus capas. En un instante tres niños y dos niñas salieron de una habitación gritando y llorando, y sus padres salieron de la otra a una estancia que comenzaba a llenarse de humo.


- ¡Esto es culpa mía! - grito Jeremy con desesperación saliendo de la habitación- ¡váyanse, yo los enfrentare, tengo que salvar la casa!- grito tratando de ir hacia la puerta.


-Nada de eso- exclamo Will sujetándolo de la camisa de dormir- lo mejor para ustedes es que crean que funciono, tenemos que irnos ahora, tomen lo que puedan y vámonos-


- ¿Quiénes son ustedes? - pregunto asustada la madre de Jeremy mientras tomaba a su hijo más pequeño en los brazos y le cubría la cara con un chal para protegerlo del humo.


-Somos amigos de Mary, pero eso no importa, tenemos que salir de aquí- explico Eric tomando a uno de los niños en sus brazos- Adam, sal por la ventana y recíbeme a los niños, los demás ayúdenlos a salvar lo que se pueda- ordeno entre toses.


Los demás le obedecieron y Eric fue sacando a los niños uno a uno. Finalmente ayudaron a salir a la madre y al padre que llevaban los paquetes con las escasas pertenencias que pudieron salvar. Sin embargo, antes de que pudieran sacar a Jeremy una viga del techo cedió y cayó sobre ellos, aplastando una de las piernas del muchacho.


- ¡Jeremy! - grito su madre tratando de entrar en la casa, mientras Adam y su esposo la sujetaban.

-Váyanse- insistió el muchacho- no podrán salir a tiempo si se quedan- añadió refiriéndose a los caballeros.


-Nadie se quedará aquí hoy- replico Frederic y con la ayuda de Eric levantaron con gran dificultad una parte de la viga para sacarlo. En cuanto su pierna quedo libre Marcus y Will jalaron al muchacho y lo ayudaron a salir por la ventana.


En cuanto estuvo fuera los demás salieron con dificultad por la ventana y justo cuando el último de ellos acababa de salir la casa se vino abajo. En la calle los vecinos habían corrido a buscar agua y gritaban llamando a la familia, pero al estar detrás de la casa nadie los vio salir.

Eric y sus amigos condujeron a la aún asustada familia al bosque, a un pequeño asentamiento de parias en el que estarían seguros.


-Nadie los buscará aquí y estas personas cuidaran de ustedes- explico Adam a los padres mientras Marcus, que sabía algo de medicina, curaba la pierna de Jeremy.


-Muchas gracias, en verdad, nunca podremos pagarles lo que hicieron por mí y mi familia, fui un loco, nunca debí acercarme a esas personas- dijo Jeremy desde el suelo, mientras su padre le ponía una mano el hombro.


-Hiciste lo que creías justo, igual que nosotros- le dijo Eric para consolarlo.


-Bueno, vaya nochecita- dijo Will cuando los 5 se alejaban a caballo del campamento, después de haber desayunado ahí- pero ¿Cómo sabías que esto iba a pasar? -


-Hay alguien que quiere formar una orden de caballeros para combatir a los Jaguares y traer algo de justicia a estos lados- respondió Eric misteriosamente- se llamará la Orden del rubí y sus miembros, que serán cuidadosamente escogidos, deberán jurar lealtad a mi contacto-


- Pero ¿quién es tu contacto? - preguntó Marcus intrigado, mientras Eric los guiaba a una cadena de cuevas en una parte apartada del bosque.


-Ahora lo verán- respondió Eric desmontado para entrar en una cueva e indicándoles que los siguieran.


Dentro de la cueva, pasando un pasadizo bastante oscuro, se llegaba a una especie de cámara en la que había una mesa rectangular de madera y varias antorchas que iluminaban la estancia. En el centro un sencillo trono se levantaba y sentada en él había una figura femenina con la cara cubierta por una capucha. Los hombres ataron a los caballos en una esquina y se acercaron intrigados. Una vez que estuvieron más cerca vieron 5 collares de plata sobre la mesa, cada uno con un rubí en el centro.


- ¿Qué es todo esto? - pregunto finalmente Adam poniendo en palabras el nerviosismo de todos los presentes.


-Bienvenidos mis caballeros- hablo la figura femenina levantándose y apoyando la mano en la que Eric le tendió- los hemos traído aquí para formar una orden que vele por la justicia, haga caridad y enfrente las malvadas acciones de los Jaguares- explico con voz solemne avanzando al centro de la sala- todo esto se hará en el más completo anonimato, sin embargo, solo ustedes sabrán que lo hacen en mi nombre-


-¿Y cuál es su nombre madame?- preguntó Marcus.


-Irina la del pueblo- respondió la mujer descubriendo su rostro para revelar a la reina de Grolia.


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